martes, 29 de abril de 2014

Hoy me he olvidado de fumar.

Hoy me he olvidado de fumar. No sé si es porque recordarte me hace más daño que el tabaco. Ya dije una vez que eras una droga. ¡Que le den al tabaco! Voy a quemar mi libro, todo lo que me recuerde a ti. Eres mía. Y te quedarás en mi recuerdo, tal como debes. Nadie te destapará nunca. Excepto yo. Normalmente la gente prefiere olvidar a esas personas que le han llevado a la felicidad extrema, pero eso es ser demasiado cruel. Creo que esto se está volviendo enfermizo. Ya dudo de lo que es real. Porque creo que no estaba enamorada de ti, sino de la idea de ti. Creo que te comparaba con la droga solo porque te necesitaba y hacías cosas en mí que no hacían los demás. Creo que todo lo que sentía contigo lo alucinaba porque solamente eras una droga. Así que todo lo que me gustaba de ti - y me sigue gustando - ha acabado siendo una alucinación. Me estoy envolviendo en alucinaciones, amor. No sé si es bueno que me dé cuenta de estas cosas. No, tranquila, no voy a matarme. Matarme sería demasiado cruel para ti, porque morirías conmigo.

Hoy me he olvidado de fumar,
pero tranquila,
mañana me olvidaré de ti
si tu recuerdo no me mata antes.

lunes, 28 de abril de 2014

De silencios y de signos de puntuación.

La verdad es que tengo que dejar de abrir ventanas al escuchar hablar de ti. ¿Sabes que ya no soporto las comas? Me están matando. Joder, imagínate los puntos. Me atacan directamente al corazón. Pero sí es cierto que ya hace mucho que no siento el dolor. Es que no entiendo por qué ya ni me duele. Quizá habré echado la persiana. Es algo estúpido abrir la ventana con la persiana echada, ¿eh? Ni siquiera se puede. Pero lo hago. No preguntes cómo. El amor te vuelve algo estúpido. Me duele más no poder ver nada a través de la ventana que otra cosa. Mi habitación sigue oscura y ya no puedo más. Tengo que abrir la luz, pero no hay corriente. Creo que el mundo se está a punto de acabar. En la calle están gritando tan fuerte que solo oigo el silencio. Ni siquiera me oigo a mí misma. Bah, me importa poco lo que (me) pase. Supongo que sólo falta que llegue el final.




Epílogo

Dije que yo sería tu silencio tras la coma. Es decir, dije coma pensando que te tendría. Porque sabía que aunque no estabas, estabas. Ahora ya ni sé qué eres. Supongo que un punto. Una vez te dije que eras mi mundo, y te traté como tal, pero se ve que no sé cómo tratar al mundo. A mi mundo, que es lo peor de todo.



sábado, 26 de abril de 2014

En pretérito perfecto.

Toda la vida he creído en la estúpida idea de que todo tiene su fin. Sobre todo en las personas y todo lo relativo a ellas. En el hecho de que si aparecen en tu vida, de la misma manera se irán. Dando un portazo, saltando por la ventana o yéndose por la puerta principal amablemente. Da igual el porqué o el cómo. Y, por supuesto, siempre he creído que el final llegaba pronto. Porque estamos hablando de mí, obviamente. Y hasta a veces me adelantaba a él. Me adelantaba a las despedidas, aunque nunca me hubieran gustado. Pero, la verdad, es que tú eras la excepción en toda regla. Lo que ponía fin a todas mis creencias. Y es irónico. Pero te escribía y te sigo escribiendo en pasado. Como si me adelantara a los acontecimientos. Y nunca lo he entendido hasta ahora. 


Te escribo en pasado porque es un intento de engañar a la vida. De engañar al fin. De hacer como si no estuvieras, pero estando. Te escribo en pasado porque no quiero que termines nunca. Porque es más fácil y menos doloroso que termines en un simple papel.

lunes, 21 de abril de 2014

Te lo diré en silencio.

Creo que lo mejor que tenías eran tus silencios. Y no me refiero a que no tuvieras cosas mejores, porque sí las tenías. Pero el caso es que adoraba tus silencios. Esos momentos en los que te quedabas callada, y yo hacía lo mismo, admirándolos detrás de la línea telefónica. Como si se tratase de una melodía de Beethoven o un cuadro de Van Gogh. Admirarlos callada, despacio, sin prisa. Y no sé cómo, pero hacías arte con ellos. Me encantaba el efecto que hacían en mí. Normalmente en esos momentos me venían ideas aleatorias a la cabeza sobre tenerte en mi regazo, amándonos también en silencio. Solía imaginarte a mi lado, en la cama, observando tu sonrisa mientras pensaba que el mundo era un lugar bonito gracias a ti. Y esperaba imaginándote, reinventándote, hasta que dijeras que molestabas, como siempre solías decir, para que tu bonita voz me hiciera volver a poner los pies en la tierra. Llegué a pensar que tú eras arte, y yo era tu pincel.

domingo, 20 de abril de 2014

Mañanas de invierno.

Recuerdo esas mañanas de invierno cuando abandonaba la costumbre de hacerme un café, o me lo hacía y venías tú. Me decías que el mundo era demasiado cruel como para no darte un abrazo, como para apoyarme en tan solo un café matutino.
Y te abrazaba.
Y te decía que no, que tú eras mi café favorito.
Y el mundo se me iba abajo cuando salías por la puerta.

Recuerdo que me apoyaba en la ventana a esperar tu regreso mientras me fumaba un cigarrillo y cuando volvías me decías que yo era lo bastante fría a veces como para buscar el confort en un simple vicio.
Y me abrazabas.
Y te decía que no, que tú eras mi cigarro más preciado.
Y el mundo empezaba a ser un lugar bonito hasta que volvías a salir por la puerta.

Las cosas empezaron a cambiar cuando empezaste a llegar tarde a casa, cuando los abrazos fueron cambiados por las discusiones, y cuando las esperas y las despedidas ya no me rompían. Tus abrazos fueron cambiados por el café y por los cigarrilos. 
(Mucho más que antes cuando no solía tenerte.) 
Pero esta vez no caliente y tampoco encendidos.
Te esperaba y te esperaba.
Y el café se enfriaba y los cigarros se apagaban.
Como mi corazón, que se caía a pedazos.

Una realidad de más.

¡Y seguía tomándome el café frío! ¿Te lo puedes creer? Y seguía estremeciéndome como la primera vez, aunque me tomara una taza tras otra. Y así me hacías sentir tú: como la primera vez, aunque te consumiese día tras día.

Amarte de la A a la Z.

Me he propuesto escribir un blog, amarte de la A-Z, siendo tú Mi Azeta. Así, en mayúsculas, porque a partir de ahora será tu nombre. No eres una letra del abecedario, eres todas. No eres mi vida, pero sí mi Azeta. Porque tú eres lo mejor que me está pasando. En gerundio, porque no quiero que termines nunca.


Sé mi Azeta, que yo seré tu silencio. Tu silencio mientras no te tenga, porque tú eres todo lo que quiero decir.