No quiero escribir
sobre amor
si voy a hablar
de propiedad,
de orgullo,
de perderte
a ti misma.
No quiero escribir
sobre amor
si voy a hablar
de amor
romántico:
si voy a hablar
de darlo todo
por él
y por ella,
si voy a hablar
de vivir para él
y para ella.
No quiero escribir
sobre amor
si voy a hablar
de dejarte hacer daño
porque eres vulnerable,
si voy a hablar
de esperar tu expectativa
porque eso es todo.
No quiero escribir
sobre amor
si todo se resume
en soy vulnerable,
puedes dañarme,
puedo dañarte,
"no me hagas daño",
"cuidado que astillo".
Porque para mí
esto no es amor
y maldito sea el día
en que no me dé cuenta,
que las flores sangren,
el paisaje se caiga a pedazos,
que en el mar
ya no quede agua
porque nos la hemos bebido
y aún así nos tiremos
desde alguna roca.
Porque entonces sí
que nos vamos a astillar
Porque entonces sí
que nos vamos a perder
lo más bonito
y lo habremos consumido todo.
¿Quedarán flores que dar?
viernes, 14 de diciembre de 2018
¿Quedarán flores que dar?
martes, 27 de noviembre de 2018
Mi corazón siempre ha estado dispuesto a encontrarte de nuevo
Te he dicho adiós tantas veces
y has vuelto tantas otras
sin realmente esperarte
y te he buscado otras, también,
sin realmente encontrarte
que cuando vuelves no sé qué hacer.
Digo que vuelves porque eres tú
quien hace la acción.
Siempre.
No me lo tengas en cuenta
y no es nada nuevo:
tengo miedo.
Sí, sigo teniéndole miedo
a las conversaciones telefónicas:
Sigo recordándote
en noviembre,
en febrero
y en marzo.
Pero no quiero estancarme.
No de nuevo.
Presiento que siempre que vuelves
y me abres la puerta
o la ventana
todo va a dar vueltas.
Porque nada es estable.
Y me aterra.
No voy a decir
que el mundo se me cae a pedazos
porque no es verdad
pero sí que puedo decir,
de alguna manera,
que tengo que volver a construirlo todo.
He llegado a asumir
un futuro sin ti
convenciéndome de que yo no quepo
en el tuyo
porque ya es tarde.
O era.
Llegué a la conclusión
de que ese bucle que se retroalimentaba
no me hacía ningún bien
y te dije adiós
- como tantas muchas veces -
esperando algún día decirte hola.
Porque es así.
En realidad mi corazón siempre
ha estado dispuesto a encontrarte de nuevo.
Pero nunca he estado dispuesto
a buscarte de nuevo
o al menos a hacerlo
y encontrarte.
miércoles, 7 de noviembre de 2018
Si es que yo soy así
Creo que de alguna manera
las cosas fluyen cuando escribo
pero no fluyen cuando vivo.
O no de la misma manera.
Y es que si tú eres fuego
yo me quemo,
no por haberme acercado demasiado
sino por haberme tirado
encima de mí el vaso.
O tomado.
Tomé del vaso
como quien se abriga
cuando hace frío
como quien se quita ropa
cuando suda
o como quien tiene sed
estando sediento.
Sí. Maticemos sed diciendo sediento
y de hecho sería importante decir
que hiciste que lo estuviera,
que lo de "you're cold and I burn"
encaja aquí,
pero yo soy frío y tú quemas
o me quemas.
Y es que es cierto
que el vaso siempre ha estado ahí:
porque que alguien pregunte por él
ya es dibujarlo
aunque los demás
no lo hayan tenido en cuenta.
Podría hacer un poema de mí pidiendo
un mokkaccino en una cafetería
estando acompañado.
O pidiendo tikka masala
en un restaurante hindú.
También pidiendo pollo teriyaki
o incluso kakigori o yakiimo.
Estoy hablando de ideas,
de expectativas,
de ilusiones
e incluso de utopías:
exponer ideas es crear expectativas
o ponerlas sobre la mesa
aunque mentalmente.
Y eso hicimos
o ya estaba hecho.
El plato ya estaba caliente
- también podemos decir que dibujado -
y creéme que no dejamos
que se enfriara ni un poco.
O al menos yo sí.
Pero no fue queriendo, si es que yo soy así.
martes, 23 de octubre de 2018
He guardado mi tristeza en una caja
en una caja
(en la misma caja donde guardaba
los recuerdos).
La he cerrado bien
para que no se escape nada,
le he añadido mi corazón,
también,
para que se quede dentro.
No,
no seré yo
el que pida el café para poder recordarte:
No,
no seré yo
el que el camarero reconozca asombrado:
No,
no seré yo
la persona a la cual se le parta el alma
al estropearse la máquina
porque
he guardado tu recuerdo
en esa caja
pero mis errores
los he dejado fuera.
Supongo que no serás
esa persona que pare la silla,
- ya lo sospechaba -
que detenga la agonía,
que calme las olas,
que haga que no desaparezca nunca
la arena,
la melancolía.
He mentido al decir que he metido mi corazón en ella.
Espero que me disculpes.
Por lo menos ya puedo dejar de ser ventana
y dejar de empañarme.