Ambas éramos dos piezas. Sí, como las de los puzzles. Pero formábamos un gran puzzle juntas. Tú eras la pieza que encajabas con todo, la "Universal" que todo el mundo buscaba. Yo tan sólo era ÉSA pieza que a veces se extraviaba por ser del montón, que la única función que hacía era la de enmarcar la belleza y que necesitaba a otra que le complementase para llegar a ser - o sentirse - algo. Y no te ofendas, pero una pieza Universal tiene un amplio catálogo a elegir, yo estaba obligada a elegirte a ti. Al final lo acabamos pagando las dos, más tú que yo. Es decir, claro, cómo se te ocurre elegir a una pieza que sólo hace de marco. No tenía nada especial en ese momento. Y ahora no tengo nada, pero me defino por lo que me falta: tú.
Seguiré esperando a que alguien esté dispuesto a enmarcar los silencios.