Prometí no escribirte más, dejarlo. Pero ya ves. Aquí estoy otra vez, como el que se lame las heridas para que no le duelan. ¿¡Que no entiendes que cuantas más ventanas abras más ganas tendré de abrir puertas!? Ciérralo todo, joder. Qué más da. Si voy a perder la cordura de todas formas. Que eres la única cosa que me duele a largo plazo. Y lo he intentado, joder. Las heridas ya no son lo mismo. Me arrepiento de haber tenido razón al haberte llamado droga. Me vas a doler siempre. Y me encanta que me duelas, es una manera de llevar la soledad, ¿sabes? A veces creo que estás aquí. Sé que es una tremenda estupidez, pero pienso que estás. Hasta que pasa un largo tiempo y me doy cuenta de que no, que estoy hablando(te) sola. Y eso también se está convirtiendo en una droga, como el escribirte y cualquier cosa que tenga que ver contigo. Cualquier cosa, menos decirte adiós sin antes desear un "adiós, pero conmigo".