Lo he pensado muchas veces, el hecho de que no pudiéramos hablar me apasionaba de sobremanera. Quizá porque no eran circunstancias normales y me gustaba ver como no te rendías nunca. Quizá porque no éramos normales. Quizá porque no somos normales. Pero puedo asegurar que eres lo único que me ha hecho feliz en mucho tiempo. No hablo de sentirme querida. Joder, ¡que éramos pura matemática! No éramos normales y no eran circunstancias normales, por eso menos y menos daba más. Más momentos de los que alegrarse de los pocos que ya habían. Y, me cago en la puta, el amor hace feliz. El menos se entiende con el menos y se ayudan a sentirse más. El más se entiende con el más, pero acaban siendo menos. ¿Me entiendes? La depresión no se contagia, o no al menos en unas circunstancias tan bruscas. Acabó. También acabamos, acabaste y acabé, mal. Acabó todo en nada. También acabamos con nuestra felicidad, acabaste sin mí y acabé con tu integridad familiar.
El amor hace daño, y normalmente es siempre. Pero el dolor es romántico, ¿no? Por esa misma razón formábamos un cuadro hermoso que se reparaba solo.