martes, 4 de agosto de 2015

Me olvidé de apagarte.

Sentí el más terrible de los horrores dentro de mi cabeza. Para mi desgracia no fue tu ausencia ni el porqué seguía viviendo. No fue algo tan psicológico como eso. Y lo hubiera preferido, pues fue algo tan fisiológico que me daban ganas de meter mi cabeza en un barreño de agua helada. O poner una pistola en mi sien antes de que mi estrés siguiera oprimiendo los nervios de mi sistema. Así que apagué la luz y apagué todo. Me apagué a mí, pero al parecer olvidé apagarte a ti y a tu recuerdo.

Y últimamente por mucho que sufra por otras cuestiones no puedo dejar de torturame por tu ausencia.

Estoy temblando.

Algo así que como la vida sin ti es como el café sin cafeína, la cerveza sin alcohol y los cigarros sin nicotina.

[Ya no sé en qué blog publicar estas cosas. Intento hablar de mí pero siempre acabo hablando de ti]