domingo, 23 de noviembre de 2014

Sin recuerdos

Caminaba lentamente por la acera, sin ningún rumbo, con una clara expresión de agonía en la cara. A pesar de que la visibilidad no era buena por culpa de lo tarde que era, se le notaban esas ojeras tan características y el cansancio acumulado. No iba bastante abrigado, pero, como si ese detalle no importase, siguió caminando sin destino alguno a pesar de que el tiempo no era el ideal. Era navidad, pero no había un especial bullicio en las calles. Sin apenas darse cuenta, llegó a aquel bar donde la conoció por primera vez. Entró quitándose el abrigo, con parsimonia. El camarero que estaba en la barra le reconoció al instante, pero nunca acabó de entender por qué acudía al local el mismo día de cada año a la misma hora, y además, se sentaba en el mismo sitio.
Tras un largo silencio y clara desesperación por parte del cliente, se dirigió al camarero.
- Un café, por favor.
- Lo siento, pero se nos ha estropeado la máquina.
Al oír eso, se le partió el alma.