domingo, 18 de enero de 2015

Te cerré la puerta en las narices cuando la abriste.

Sonó el móvil. Dejé sonar la llamada, sospechaba que eras tú. Nadie más me llama. El corazón me dio un vuelco, y dudé en cogerlo. Al final no lo hice. Lo puse en silencio. Te cerré la puerta en las narices cuando la abriste, y luego la abrí yo, al cabo de un rato. Cuando te vi esbocé una sonrisa, pero me sentí en cierta manera culpable. Me dijiste un montón de cosas incoherentes, a decir verdad no te estaba escuchando. No sabía qué hacer, no estaba preparado para eso. Te pregunté el motivo de tu visita. Esbocé una sonrisa, eso tú no lo viste, pero me sentí feliz. Volví a sentirme culpable y te volví a cerrar la puerta en las narices. Me tentaste a cerrarla. Pero creo que me tentaste a cerrarla para que no la cerrara. Y lo hice. Te fallé. Otra vez. ¿Cuántas letras marcan la diferencia entre ''Me fallas'' y ''Me faltas''? Tu ''No sé por qué estoy aquí'' resonó en mi cabeza. Llevo un mes excusándome con la maldita culpabilidad. La verdad es que he estado un par de veces en la puerta de tu casa, dudando en tocar a la puerta. Lo único que logro es amargarme, para al final no abrirte la puerta. Y todo eso porque te cerré la puerta en las narices cuando la abriste, más bien como si no hubiera pasado nada, pero a la vez hubiera pasado todo.